Guzmán el Bueno



Quien haya estado alguna vez en Madrid seguramente conocerá la calle de Guzmán el Bueno. Es una bonita calle arbolada en pleno centro de la ciudad. Otras pocas ciudades de España tienen también una calle con su nombre. Cada vez que paso por ella, no puedo evitar emocionarme pensando en el leal caballero que le da nombre.

Metro Guzman El Bueno, Calle del General Rodrigo, Madrid, Espana, 29-12-2008.

Quizá después de leer su historia, os pase lo mismo a vosotros.

Remontémonos al reinado de Sancho IV el Bravo, a finales del siglo XIII. Estamos en plena Reconquista. Es una época de héroes….y también de traidores. 
Sancho IV el Bravo

Uno de estos es el infante don Juan, hermano del rey. El infante ansia suplantar a su hermano en el trono, y para ello no había dudado en varias ocasiones en aliarse con los enemigos de España. Ni las amenazas, ni las ofertas de Sancho, habían logrado nunca aplacar su ambición.

Es así como llega a la corte del emir Aben Jacob de Marruecos. El emir quiere emprender una ofensiva contra el reino de Castilla, pero para ello necesita tomar la plaza de Tarifa, guardiana del reino frente al estrecho de Gibraltar

Don Juan, viendo una oportunidad para sus propósitos, se ofrece a ayudarle.

Murallas de Tarifa
La fortaleza de Tarifa se encontraba defendida por un caballero llamado Guzmán. El infante conoce la integridad del caballero, pero aun así intenta sobornarle ofreciéndole un gran tesoro a cambio de entregar la ciudad.

He aquí la respuesta del caballero a la oferta:

-          “Decidle al infante traidor que ha querido comprarme, que un caballero cristiano no se rinde jamás, y añadid también que un cobarde y un vil cree que todos son de su condición”.   

La respuesta de don Juan no se hace esperar, inmediatamente ordena el ataque a la plaza.
Después de varios días de ofensiva, los víveres y el agua empiezan a escasear…..pero la plaza no cede. Confiando en que la moral empiece a decaer entre los tarifeños, don Juan le hace otra oferta a Guzmán: esta vez, la mitad del tesoro prometido anteriormente.

La respuesta del caballero hace honor a su dignidad:

-          “Decid al infante don Juan que los buenos caballeros ni compran ni venden victoria”

El hermano del emir, que acompaña al infante, empieza a inquietarse, cuanto más tarde la plaza en caer, más tiempo tendrá el rey Sancho para llegar hasta ellos con su ejército; y eso acabaría con los planes del emir de invadir Castilla.


Sin embargo, extrañamente, don Juan está tranquilo. Tiene un tesoro mucho mas valioso para Guzmán que los que ya le ha ofrecido: su amado hijo.

¿Cómo había llegado el muchacho a manos de don Juan?  Estando en la corte de Castilla, se le había confiado para que lo llevara bajo su protección a la corte de Portugal. En lugar de hacerlo lo había guardado como rehén.

El hermano del emir empieza a saborear la victoria. Un padre nunca dudaría en salvar la vida de su hijo, sea cual sea el precio.

Así es como llegamos al terrible momento en que don Juan se acerca arrastrando a un chiquillo tembloroso a las murallas de Tarifa:

-          “Aquí tenéis a vuestro hijo, Guzmán. No habéis aceptado dinero ni dividas, pero ahora os ofrezco algo más: la vida de vuestro hijo. Si no os rendís en el acto, morirá ante vuestros ojos”.

No era la primera vez que el infante había usado aquel vil ardid. Años atrás ya había obtenido la ciudad de Zamora reteniendo a un hijo de la alcaidesa.

El caballero Guzmán ve a su hijo maniatado y lloroso al pie del muro y llora en silencio.
Es su hijo inocente. Recuerda su nacimiento, sus años de infancia,…y hace un esfuerzo para apartar aquellas memorias placenteras de su mente….


Recuerda entonces la lealtad jurada a su rey y el sacrificio que todos le debemos a la patria cuando está en peligro.

Y finalmente su sentido del deber vence a sus sentimientos.

Sabemos lo que respondió a la vil proposición, y sus palabras nos dan una idea de la grandeza de aquel hombre:

-    “No eduque ni crie a mi hijo para que fuera un enemigo de su rey, sino para que sirviera a la patria y luchara contra sus enemigos. Si don Juan le da muerte, yo seguiré defendiendo la plaza por encima de otra consideración. Mi hijo continuará en mi recuerdo, pero su asesino obtendrá la condenación eterna y el desprecio de todos”.

¡El infante no puede creer la lealtad de aquel hombre a sus principios! le acusa de locura y le recuerda su desafío.  A todo eso don Guzmán responde:

-          “No es locura, sino dignidad. Soy un caballero y vos un asesino aunque seáis infante y hermano del rey. Y para que veáis mi firmeza y que no estoy dispuesto a cambiar de opinión, ahí va mi propio puñal para que no os falte arma con la que completar semejante atrocidad”.

Una vez dichas estas palabras, saca el puñal que lleva en el cinto, lo arroja al campo enemigo y se retira al castillo.

Don Guzmán y su esposa escuchan juntos desde la fortaleza los alaridos del pueblo al presenciar la cruel escena de la muerte del muchacho.



Escudo de la brigada de
 infanteria "Guzman el Bueno"
Seis meses resiste Tarifa el ataque de los moros. En ese tiempo el rey envía refuerzos desde Sevilla y ya se apresta a liberar la ciudad, cuando los moros deciden levantar el asedio y volver a Marruecos.

Salvada la ciudad, Guzmán parte a Castilla. Por los caminos salen las gentes a aclamarle como a un héroe. Cuando el rey lo tiene ante sí, lo abraza emocionado: 

“No podremos olvidar nunca lo que hicisteis en Tarifa, ofrendasteis a vuestro hijo para salvar al reino de Castilla”.                                                 
¿Y qué fue del infante don Juan?, ¿Tuvo castigo su crimen? Si, lo tuvo. Una vez ante el emir fue acusado de negligencia y decapitado. Así murió el traidor.


Todos le debemos algo a don Guzmán, como a don Pelayo, a doña Isabel,….y a tantos y tantos héroes de la Reconquista. Les debemos la pervivencia de nuestra cultura, de nuestra Fe, de nuestros derechos,….y en resumen, nuestra libertad.


En cada ciudad de España debería haber una calle dedicada al Buen Guzmán, para no olvidar nunca honrar al hombre que rechazo salvar la vida de su propio hijo, por salvar las de los de tantos otros…hasta nuestros días.

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