LA ORDEN DE SANTIAGO
La Orden
de Santiago es una orden
religiosa y militar surgida en el siglo XII en el Reino de León. Debe su nombre
al patrón de España, Santiago el
Mayor.
No hay documentos donde conste exactamente su origen, pero se cree que sus fundadores
fueron unos caballeros leoneses que quisieron cambiar de vida abandonando
excesos y banalidades, y cuyo objetivo inicial fue proteger a los peregrinos
del Camino de Santiago y guardar las fronteras de Extremadura y
fundamentalmente Cáceres, que fue la ciudad más
disputada durante La Reconquista.

Los Caballeros de La
Orden fueron muy activos y sus victorias militares tuvieron vital importancia en la Reconquista. Sus territorios se extendían por todos
los reinos y especialmente por las actuales Ciudad Real, Cuenca, Toledo,
Madrid, Guadalajara, Jaén y Murcia.
Un hábito de Santiago era
señal de honor, limpieza de sangre y nobleza.
Ayudó a
la rápida propagación de la Orden, que su Regla fuera menos rígida que las de
las demás órdenes ( por ejemplo era la única orden militar cuyos caballeros
podían casarse) . Además, en sus comienzos, el ingreso no era especialmente
dificultoso.
Sin
embargo, a partir de mediados del siglo XIII el ingreso cada vez fue más
complicado. “Una vez finalizada la Reconquista, el pretendiente que deseara
ingresar en la Orden de Santiago debía probar en sus cuatro primeros apellidos
ser hidalgo (o hijodalgo) de sangre a fuero de España y no hidalgo de
privilegio, cuya prueba debía de referirse asimismo a su padre, madre, abuelos
y abuelas. Además debía probar, de la misma manera, que ni él ni sus padres ni
sus abuelos habían ejercido trabajos manuales ni industriales.
Tampoco
podían obtener el hábito de la Orden aquellas personas que tuvieran mezcla de
judío, musulmán, hereje, converso ni villano, por remoto que fuera, ni el que
hubiera sido o descendiera de penitenciado, por actos contra la fe católica, ni
el que hubiera sido él o sus padres o abuelos procuradores, prestamistas,
escribanos públicos, mercaderes al por menor, o hubieran tenido oficios por los
que hubieran vivido o vivieran de su esfuerzo manual, ni el que hubiera sido
infamado, ni el que hubiera faltado a las leyes del honor o ejecutado cualquier
acto impropio de un perfecto caballero, ni el que careciera de medios decorosos
con los que atender a su subsistencia”

Muy conocido es el juicio al que tuvo que someterse Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, donde tuvieron que testificar amigos suyos, como Francisco de Zurbarán, para dar fe de que sus raíces limpias eran ciertas (había sospechas de judaísmo por su origen portugués) y que su arte no se veía motivado por la obtención de ganancias económicas de forma manual , sino que tenía un carácter intelectual.

También
lucían la Cruz de la Orden los conquistadores Hernán Cortés y Francisco
Pizarro.
Los
reyes fueron los principales patronos de las Órdenes a lo largo de sus siete
siglos de existencia. Llegó un momento en que debido a disputas internas entre
los Caballeros, los Reyes Católicos solicitaron la administración de la Orden
de Santiago, que les fue otorgada por bula papal. Tras la muerte de Fernando el
Católico, le sucedió en el cargo Carlos V. Y desde entonces y hasta a Felipe
VI, todos los monarcas españoles han sido Administradores
de la Orden de Santiago.

La I República suprimió la Orden en 1873, aunque fue nuevamente restablecida en la Restauración. Pero con el regreso de la monarquía fue reinstaurada como una asociación civil con el carácter de organización nobiliaria honorífica y religiosa, y como tal permanece en la actualidad.
Mantiene su
sede en Madrid y solo se entra a
formar parte de la misma a petición propia. Sus miembros siguen reuniéndose en la
capital española y en el monasterio de Uclés.
Cada 25 de julio
participan en la procesión del Apóstol que desde la plaza de Platerías del
santuario del Apóstol baja hasta el Obradoiro en busca de la comitiva
encabezada por el Rey o por su delegado para después asistir a la eucaristía.
En la provincia conquense mantienen también el Hospital de Santiago, una residencia
de ancianos gestionada por las Hijas de la Caridad a la que contribuyen
económicamente, al igual que con otros proyectos que les permiten no perder su
labor asistencial.
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