LA ORDEN DE SANTIAGO

La Orden de Santiago es una orden religiosa y militar surgida en el siglo XII en el Reino de León. Debe su nombre al patrón de España, Santiago el Mayor.

  No hay documentos donde conste exactamente su origen, pero se cree que  sus fundadores fueron unos caballeros leoneses que quisieron cambiar de vida abandonando excesos y banalidades, y cuyo objetivo inicial fue proteger a los peregrinos del Camino de Santiago  y guardar las fronteras de Extremadura y  fundamentalmente Cáceres, que fue la ciudad más disputada durante La Reconquista.

Tras la pérdida de esta ciudad a favor de los musulmanes y el empuje almohade, nuestros caballeros tuvieron que replegarse y pasar también al reino de Castilla donde fueron bien recibidos por el rey Alfonso VIII. Don Alfonso les entregó el castillo de Uclés (Cuenca), con todas sus tierras, viñas, prados, pastizales, arroyos etc,  para que se refugiaran y defendieran la comarca . En este castillo fue donde estableció la Orden su “caput ordinis” y construyó un templo importante, al que se conoce como “el Escorial Chico”. (En la foto, la donación del Castillo de Uclés)

Los Caballeros de La Orden fueron muy activos y sus victorias militares  tuvieron vital importancia en la Reconquista.  Sus territorios se extendían por todos los reinos y especialmente por las actuales Ciudad Real, Cuenca, Toledo, Madrid, Guadalajara, Jaén y Murcia.
Un hábito de Santiago era señal de honor, limpieza de sangre y nobleza.

Ayudó a la rápida propagación de la Orden, que su Regla fuera menos rígida que las de las demás órdenes ( por ejemplo era la única orden militar cuyos caballeros podían casarse) . Además, en sus comienzos, el ingreso no era especialmente dificultoso.

Sin embargo, a partir de mediados del siglo XIII el ingreso cada vez fue más complicado. “Una vez finalizada la Reconquista, el pretendiente que deseara ingresar en la Orden de Santiago debía probar en sus cuatro primeros apellidos ser hidalgo (o hijodalgo) de sangre a fuero de España y no hidalgo de privilegio, cuya prueba debía de referirse asimismo a su padre, madre, abuelos y abuelas. Además debía probar, de la misma manera, que ni él ni sus padres ni sus abuelos habían ejercido trabajos manuales ni industriales.
Tampoco podían obtener el hábito de la Orden aquellas personas que tuvieran mezcla de judío, musulmán, hereje, converso ni villano, por remoto que fuera, ni el que hubiera sido o descendiera de penitenciado, por actos contra la fe católica, ni el que hubiera sido él o sus padres o abuelos procuradores, prestamistas, escribanos públicos, mercaderes al por menor, o hubieran tenido oficios por los que hubieran vivido o vivieran de su esfuerzo manual, ni el que hubiera sido infamado, ni el que hubiera faltado a las leyes del honor o ejecutado cualquier acto impropio de un perfecto caballero, ni el que careciera de medios decorosos con los que atender a su subsistencia”

Llegó un momento en el cual se permitió la entrada en la Orden de personajes célebres, sin necesidad de que fueran militares. 

Muy conocido es el juicio al que tuvo que someterse Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, donde tuvieron que testificar amigos suyos, como Francisco de Zurbarán, para dar fe de que sus raíces limpias eran ciertas (había sospechas de judaísmo por su origen portugués) y que su arte no se veía motivado por la obtención de ganancias económicas de forma manual , sino que tenía un carácter intelectual. 

Otro ilustre y famoso personaje de la Orden fue Francisco de Quevedo, quien se hizo unas espuelas de oro para celebrar su nombramiento como Caballero.
También lucían la Cruz de la Orden los conquistadores Hernán Cortés y Francisco Pizarro.

Los reyes fueron los principales patronos de las Órdenes a lo largo de sus siete siglos de existencia. Llegó un momento en que debido a disputas internas entre los Caballeros, los Reyes Católicos solicitaron la administración de la Orden de Santiago, que les fue otorgada por bula papal. Tras la muerte de Fernando el Católico, le sucedió en el cargo Carlos V. Y desde entonces y hasta a Felipe VI, todos los monarcas españoles han sido Administradores de la Orden de Santiago.


La I República suprimió la Orden en 1873,  aunque fue nuevamente restablecida en la Restauración. Pero con el regreso de la monarquía fue reinstaurada como una asociación civil con el carácter de organización nobiliaria honorífica y religiosa, y como tal permanece en la actualidad. 


Mantiene su sede en Madrid y solo se entra a formar parte de la misma a petición propia.  Sus miembros siguen reuniéndose en la capital española y en el monasterio de Uclés


Cada 25 de julio participan en la procesión del Apóstol que desde la plaza de Platerías del santuario del Apóstol baja hasta el Obradoiro en busca de la comitiva encabezada por el Rey o por su delegado para después asistir a la eucaristía. En la provincia conquense mantienen también el Hospital de Santiago, una residencia de ancianos gestionada por las Hijas de la Caridad a la que contribuyen económicamente, al igual que con otros proyectos que les permiten no perder su labor asistencial.

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