BELEN NAPOLITANO DE VALLADOLID


En esta época del año a muchos de nosotros nos encanta ir a ver belenes, bien a las iglesias o a los museos.  Os voy a proponer uno . En el Museo de escultura de Valladolid se encuentra el belén napolitano más grande de España.



Los belenes napolitanos como este, incorporan figurillas  de todo tipo: comerciantes, burgueses de ricos ropajes pero que, en ocasiones, aparecen ridiculizados; georgianas que acompañan a los Reyes de Oriente; los pastores que acuden a la Adoración, e, incluso, personas pobres que piden limosna y enfermos de bocio. Si algo existía en la Nápoles de hace 200 o 300 años, se reflejaba en sus belenes.


Las figuras tienen una estructura de alambre que permite su articulación y daba respuesta al capricho de los nobles, que competían por lograr el montaje más espectacular y realista jugando también con la postura de los personajes.  Sobre este esqueleto hay un relleno de estopa que le da cuerpo, y los remates – pies, piernas y manos- son de madera tallada o de terracota, y las cabezas siempre de terracota.

El ropaje, realizado con material de la Real Fábrica de Tela que fundó Carlos III en Nápoles, es auténtico: si hay un botón, puede abrocharse y desabrocharse; si hay una puntilla, está realizado a la escala del personaje y cosida a mano. El valor de la figura aumenta si conserva su traje original, algo que, por fortuna, ocurre en casi todos los personajes del Belén Napolitano de Valladolid, pese a que en el siglo XVIII se popularizó coleccionar piezas de vestir y cambiar de ropa a los “pastori” (figurillas del belén).

El detalle es tan ajustado a la realidad que, incluso, las figuras visten ropa interior. En una de las vitrinas aparece una georgiana con un espejo a sus pies en el que puede apreciarse una enagua con ricos bordados. Por cierto, este mismo personaje luce un collar de perlas auténticas engarzadas por joyeros. 


El Belén Napolitano es distinguido y refinado. Es una oda a la ciudad. La Palestina del siglo I se convierte en el Nápoles del siglo XVIII en una jornada de mercado.

Los comerciantes llegan a la ciudad cargando sus mercancías mientras los músicos callejeros con sus instrumentos tocan en las calles. Hay puestos ambulantes, tiendas, niños que juegan, animales, una taberna con parroquianos comiendo espagueti napolitanos en una mesa con su mantel y vajilla a la que no le falta un detalle…


Entre tanto barullo, se localiza  El Misterio gracias a  los ángeles que sobrevuelan la escena.


No podían faltar Sus Majestades los Reyes de Magos de Oriente, cuya escena está inspirada en la visita de la embajada turca a Nápoles en el siglo XVIII. La riqueza de la vestimenta alcanza su máximo esplendor en las exóticas túnicas, los delicados bordados y estampados, en la lujosísima vestimenta de las damas georgianas y de sus majestades de Oriente.


Si en Navidades no podéis acercaros a visitarlo no os preocupéis: se muestra al público de forma permanente en el Museo, así que siempre encontrareis un momento para hacerlo.


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