Si me preguntaran por un cuadro delante del que podría estar mucho
tiempo mirándolo y admirándolo, esta sería sin duda alguna mi elección.
En las ocasiones que he estado el Museo del Prado siempre le hago
mas de una visita, la última antes de irme.
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La Rendición de Breda (Las Lanzas) Óleo sobre lienzo (307x367 cm) Museo del Prado |
Fue pintado para el Salón de Reinos del
Palacio del Buen Retiro de Madrid por Diego de Velázquez.
Cuadro histórico en el que el pintor
representa la entrega de las llaves de la ciudad por el comandante del ejercito
holandés , Justino de Nassau, al comandante de los tercios de la Monarquía
Española, Ambrosio de Spínola. La ciudad de Breda tenía una extraordinaria importancia estratégica y por
eso el rey Felipe IV quiso recuperarla para la corona española.
Importante encargo para Velázquez por el acontecimiento a representar y por la ubicación que el cuadro ocuparía.
El artista lo pintó inspirándose en unos
versos de la obra de Calderón de la Barca, el sitio de
Breda, en los que Ambrosio de Spínola dice: “Justino, yo las recibo
y conozco que valiente sois: Que el valor del vencido
hace famoso al que vence”.
Lo que Velázquez plasma es la nobleza del vencedor y la humanidad del vencido.
Cuadro con una composición en aspa, en cuyo centro está
la llave, símbolo de la victoria. A los lados de
los protagonistas, se sitúan los ejércitos. El ejército
holandés derrotado tiene menos número de soldados y menos lanzas representadas.
En el hueco central que dejan los
protagonistas se puede ver el paisaje afectado por la guerra, con un fondo en varias tonalidades que crean un ambiente nebuloso. Y a lo lejos, la ciudad de Breda.
La perspectiva la consigue con el orden en planos sucesivos y la pincelada será unas veces intensa y definida como en el capote del holandés y otras, clara como si se tratara de una acuarela.
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Detalle de los rostros |
Las Lanzas está lleno de realismo, sobre todo al pintar a cada personaje como si se tratara de un retrato.
Velázquez no lo había
firmado el cuadro cuando se colocó aunque había dejado preparado un pequeño
rincón abajo a la derecha del cuadro con una hoja en blanco, sin duda para
poner allí la fecha y su firma. Nunca lo hizo.
Puede fecharse entre 1634-1635, pues se sabe que la
decoración del Salón de Reinos se inició en 1634 y estaba acabada en la
primavera de 1635.
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