LA HISTORIA DEL FUTBOLÍN.

Creo que no me equivoco si digo que todos nosotros alguna vez hemos jugado al futbolín. Si, ese juego que permite jugar al fútbol sobre una mesa , sobre la cual, ejes transversales con palancas con forma de muñeco son girados por los jugadores para golpear una pelota.
Pero, ¿sabíais que el futbolín es un invento de un gallego?.
Alejandro Campos Ramírez, alias Alejandro Finisterre (haciendo gala de la tierra que le vió nacer), fue un poeta, editor e inventor gallego conocido por crear el genuino futbolín.


En 1936, siendo casi un adolescente,  quedó sepultado en uno de los bombardeos de Madrid durante la Guerra Civil Española. Fue evacuado y enviado a un hospital de Valencia. Allí durante su estancia conoció a muchos niños heridos,  cuya mayor pena era la de no poder jugar al fútbol, lo cual dio alas a su creatividad. Al recuperarse, y basándose en el tenis de mesa, encargó la construcción de su primera mesa de futbolín.

En boca del mismo Alejandro ."Poco antes de la Navidad de 1936 compré en Barcelona unas barras, y un carpintero vasco, Francisco Javier Altuna, también refugiado, me hizo la mesa y torneó las figuritas. Joan Busquets, un anarquista de Monistrol que tenía una fábrica de gaseosas, lo vio y me animó a patentar el invento. Lo patenté a principios de 1937, igual que el primer pasahojas de partituras movido con el pie, que hice para Nuria, una pianista guapísima de la que me enamoré locamente en las reuniones sabatinas de la colonia".
En aquel momento, las empresas jugueteras no pudieron fabricar el producto en serie porque habían sido nacionalizadas por ambos bandos y  únicamente se  dedicaban a la manufactura de armas.

Al terminar la guerra, la victoria del bando nacional  hizo a Alejandro exiliarse a Francia. Durante una tormenta mientras atravesaba los Pirineos a pie, perdió la patente, lo que posteriormente causó que los jugueteros valencianos se apropiaran el invento como propio durante muchos años.  Estando en París, en 1948, se percató para su sorpresa, que en un escaparate  vendían un pasa hojas idéntico al que diseñó él en el Hospital del Puig. Puesto en contacto con el fabricante, resultó ser el suyo , y mediante la asesora jurídica de la Asociación Internacional de Refugiados logró que la empresa le pagara una cifra respetable por este invento y también por el futbolín. Este dinero caído del cielo le permitió viajar a América.

Vivió primero en Ecuador y después en Guatemala (donde conoció al Ché) .Tras el golpe de estado del coronel Carlos Castillo Armas en 1954, fue detenido por sus ideales izquierdistas y enviado en un avión a Panamá, conducido por agentes franquistas que pensaban llevarlo luego a Madrid. Pero durante el trayecto, Alejandro amenazó al piloto con hacer estallar una bomba simulada con jabón envuelto en papel de plata, si no ponía rumbo a México en vez de a España. El piloto accedió y lo llevo a México. Este fue uno de los primeros actos de piratería aérea de la historia.

Ya instalado en Méjico,  vio como su gran invento , el futbolín, fue pirateado de inmediato y sin posibilidad de control de royalties, por lo que decidió dedicarse a la edición de libros de arte y la obra de los exiliados. Aquí retomaría el contacto con el también exiliado León Felipe.

Durante la Transición regresó a España y contempló con asombro la gran expansión que había tenido el futbolín durante la Guerra Civil y que continuó durante la posguerra (y hasta nuestros días). El futbolín fabricado por empresas valencianas se había convertido en el juego nacional por excelencia. Pero éste futbolín era bastante diferente al prototipo inventado por él:  los jugadores de madera y la bola de corcho aglomerado habían dado paso a los nuevos jugadores de plomo y la pelota de marmolina, ganando el juego en potencia respecto al diseño primitivo, que a Finisterre nunca entusiasmó.

Fue un editor muy comprometido con la obra del exilio, y cuando volvió a España, en torno a 1976, siguió tratando de convertir el trabajo de los exiliados en una obra de vida permanente, en las librerías y en las actividades públicas. En los últimos años de su vida se trasladó a Zamora para cumplir como albacea de su amigo el poeta León Felipe.

Murió en 2007, y sus cenizas fueron esparcidas en el río Duero desde el puente de piedra de Zamora y en el Atlántico, desde Finisterre.




Comentarios

  1. Increíble la historia del futbolín. Si hubiera conseguido patentar la idea, hubiera sido multimillonario.

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