8 DE DICIEMBRE. LA INMACULADA CONCEPCIÓN Y EL MILAGRO DE EMPEL

El Milagro de Empel o la Batalla de Empel fue un suceso acaecido los días 7 y 8 de diciembre de 1585 durante la Guerra de los 80 años,  en la que se enfrentaron un Tercio del Ejército español, a una flota de diez navíos de los rebeldes de los Estados Generales de los Países Bajos.


El Tercio español, que estaba compuesto por unos cinco mil hombres, combatía en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal. Dicha isla estaba bloqueada por completo por la escuadra del almirante Filips . La situación era desesperada para los Tercios españoles, pues, además del estrechamiento del cerco, había que sumarle la escasez de víveres y ropas secas.


El jefe enemigo propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos».

Ante tal respuesta, los holandeses decidieron abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. .No queda más tierra firme que el montecillo (apenas cincuenta metros) de Empel, donde, abandonando impedimenta y pertrechos, han de refugiarse los soldados, so pena de perecer ahogados.


En esta situación, un soldado del Tercio cavaba una trinchera "más para tumba que para guarecerse", cuando tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca en la que estaba pintada, en vivos colores, la Inmaculada Concepción.

Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada:
 "¡Soldados! El hambre y el frío nos llevan a la derrota, pero la Virgen Inmaculada viene a salvarnos. ¿Queréis que se quemen las banderas, que se inutilice la artillería y que abordemos esta noche las galeras enemigas?" "¡Si queremos!", fue la respuesta unánime de aquellos españoles

Esa noche, se desató un viento completamente inusual e intensamente frío que heló las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Hohenlohe-Neuenstein llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro».

Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia.

La fiesta de la Inmaculada fue fiesta de guardar en todo el Imperio español desde el año 1644; y fue declarada por el Papa Clemente XI fiesta de guardar en toda la Iglesia desde 1708. El rey Carlos III, ya a finales del siglo XVIII, creó la Orden de Carlos III y declaró a la Inmaculada patrona de sus estados.


En el siglo XIX la Inmaculada Concepción de María pasó de doctrina a dogma de fe a partir de la bula Ineffabilis Deus, del Papa Pio IX, que se proclamó el 8 de diciembre de 1854.

Desde esa fecha, coincidente por otra parte con los inicios de la Farmacia como carrera universitaria, los farmacéuticos católicos la consideran su patrona.



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