CHOCOLATE, EL ALIMENTO DE LOS DIOSES

“Cuando uno lo sorbe, puede viajar toda una jornada sin cansarse y sin tener necesidad de alimentarse” (Hernán Cortés).


Se acerca el 12 de octubre, Día de la Hispanidad. Rindámosle tributo explorando ciertas curiosidades de la más dulce de las maravillas que nos dio a conocer Hispanoamérica : el chocolate.

La palabra cacao procede de la azteca "cacahuatl". Según la leyenda, el cacao era el árbol más bello del paraíso de los aztecas, que le atribuían múltiples virtudes: calmar el hambre y la sed, proporcionar la sabiduría universal ,curar enfermedades... A partir del haba del cacao, mezclando y aromatizando con hierbas, vainilla, pimienta y otras especias como la guindilla o chile, los aztecas elaboraban un líquido espeso, oscuro y espumoso, que bebían frío o caliente y cuyo nombre original era «xocolatl», del que deriva su denominación actual, chocolate.


En 1502 Cristóbal Colón recibió en la isla de Guanaja, como ofrenda de bienvenida, armas, telas y sacos de cacao. Fue el primer europeo en probar su bebida. Sin embargo fue Hernán Cortés quien envió el primer cargamento de cacao a España en 1524. El conquistador, reseñó que esta bebida generaba a quien la degustaba cierta sensación de bienestar y energía inusitada, aunque era obligado endulzarla con miel, ya que el amargor del achiote que llevaba era complicado de digerir.

Se piensa que fue el acompañante de Hernán Cortés Fray Jerónimo de Aguilar quien envió el primer saco de semillas de cacao, junto con la receta del chocolate, al abad del Monasterio de Piedra, Don Antonio de Álvaro, encargado junto al resto de monjes del cenobio de fabricar el manjar, que endulzaron con azúcar, canela y vainilla adaptándolo a los gustos europeos. Los religiosos de la congregación de Zaragoza supieron emplear el poder calórico del chocolate para soportar sus ayunos (se consideraba que beber chocolate no rompía el ayuno) y conservar aún fuerzas para trabajar. Quedaba inaugurada así la tradición chocolatera que puso la rúbrica a la Orden Cisterciense. De hecho,  en algunos monasterios existe una pequeña estancia situada sobre los claustros a la que llaman “chocolatería” por ser el lugar donde los frailes colocaban la fogata para paladear aquel producto llegado de las Américas.

Una ciudad muy unida a la elaboración del  chocolate desde que el cacao llego a España es Astorga (León). Y fue debido al casamiento de la hija de Hernán Cortés, María Cortés de Zúñiga, con Álvaro Pérez Osorio, heredero del marquesado de Astorga. Se cree que una cuantiosa parte de la dote que aportó Hernán Cortés fue cacao, por su alto valor nutritivo y comercial.

A partir del casamiento, se empezó la tradición chocolatera en la ciudad.
El hecho de que fueran los arrieros maragatos los que dominasen el  transporte de mercancías desde los puertos gallegos al interior de la península facilitaba el suministro de cacao a Astorga, así como el traslado posterior del chocolate ya elaborado a otros puntos del país para su venta.
Por otro lado, la ciudad poseía un clima frío y seco, ideal para el enfriamiento rápido del chocolate sobre el suelo, procedimiento que se utilizó hasta la aparición de las cámaras frigoríficas.
También ayudó el hecho de que Astorga era capital de una Diócesis muy extensa y densamente poblada, con un gran número de sacerdotes y monasterios y, por lo tanto, de consumidores de chocolate.

Pero no sólo gustaba el chocolate a los monjes…

La corte española mantuvo como secreto de estado, durante un siglo, la preparación de esta bebida . Su precio desorbitado lo convirtió en un manjar exclusivo, propio de nobles y ricos amantes del exotismo.
Las mujeres refinadas de la aristocracia, lo quisieron «trasladar» incluso al interior de las iglesias para hacer más llevadero el sermón y para combatir con su candor las frías jornadas de invierno. Esto , que no cuajó en España , no era infrecuente en Sudamérica: “Thomas Gage, un fraile dominico inglés educado en España, vivió en América entre 1625 y 1637 y en su obra The English American relata cómo en Chiapas las damas tomaban durante la misa chocolate caliente y dulces, alegando flaqueza de estómago. El obispo prohibió comer o beber dentro de la catedral, so pena de excomunión. Las mujeres de la ciudad se rebelaron, dejando de asistir a misa, y poco después el obispo enfermó gravemente y murió. Su muerte se achacó a un veneno suministrado en su jícara (del náhuatl xicalli, “vaso”) diaria de chocolate.”


La familia real española fue pionera en el consumo y disfrute del chocolate. Carlos V recibió las primeras habas de cacao en 1528 y partir de entonces los virreyes de Indias enviaron directamente a la corte constantes cargamentos de chocolate ya procesado para diluir en agua. Aficionados al chocolate fueron los sucesivos Felipes II, III y IV. Carlos II fue un verdadero chocoadicto y los Borbones no fueron menos. Carlos III lo tomaba todos los días para desayunar y según su biógrafo “cuando había acabado la espuma, entraba en puntillas con la chocolatera un repostero, y como si viniera a hacer algún contrabando, le llenaba de nuevo la jícara".

Pero con el tiempo y a pesar del secretismo, el chocolate llegó a otros países, a Francia uno de los primeros, gracias a la boda entre María Teresa de España y Luis XIV el Rey Sol, ya que esta era muy aficionada a esta bebida.

En España tenemos muchos museos dedicados al chocolate, como el Museo del Chocolate en el Monasterio de Piedra , Museo Valenciano del Chocolate VALOR de Villajoyosa (Alicante), Museu de la Xocolata de Barcelona, Museo del chocolate de Astorga , ect… Y encontraremos ocasión para hablar de ellos.



Comentarios

  1. Me encanta el chocolate caliente con churros. Yo he leido en un libro que la primera tableta de chocolate la fabricó un francés en Londres. Jara.

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