LA CAMELIA
La Camelia llegó a Galicia de oriente
como una planta exótica. Posiblemente la
trajeron los navegantes españoles en los siglos XVI o XVII. A día de hoy es seña de identidad de los
jardines gallegos y en concreto de Pontevedra y Rías Baixas, donde la camelia ha
encontrado las condiciones óptimas para su desarrollo gracias a la climatología húmeda y a la acidez de
terreno.
Hace algunos años que el interés por
las Camelias se está extendiendo también a otras zonas de España, como Madrid, Asturias
y Levante.
La Camelia ha pasado de ser mero adorno
para ser elemento cultural, turístico y científico. La Sociedad Española de la
Camelia, los congresos que se celebran y las rutas turísticas en torno a esta
bella flor son muestra de ello.
Castillo de Soutomaior (declarado Jardín
Internacional de Excelencia de Camelias).
Enclavado en la ría de Arosa, el Jardín
del Pazo de Rubiáns tiene forma
geométrica, de traza laberíntica y presta especial atención a las camelias.
¿A qué huelen las Camelias?
Cuenta una leyenda que la diosa Venus
enfadada con su hijo Cupido lo castiga a recibir latigazos con rosas para que
sienta dolor con sus espinas. Flora, la diosa de las flores, sintiendo pena por
el niño ordenó traer de una tierra lejana unas flores muy parecidas a
las rosas pero sin espinas (las Camelias), así el castigo sería formal pero sin
dolor para Cupido. El Olimpo en compensación quedó lleno de esas hermosas
flores y de su perfume. Pero cuando Venus se enteró de lo sucedido, ordenó que
se exiliaran las flores a una isla desconocida y que se les privara de su
esplendido perfume.
En la novela de Alejandro Dumas “La dama
de las Camelias” también se hace referencia a que estas flores no tienen olor,
pero esto no es del todo cierto.
La Camelia es muy conocida, su esencia no. Dentro de las más de 100 variedades que
conocemos hasta la fecha de esta flor, solo unas pocas tienen perfume aunque tan
sutil que debe olerse con mucho detenimiento. El perfume de estas flores es
dulce y fresco.
Comentarios
Publicar un comentario