COMO UN ENCAJE DE BOLILLOS
Expresión “ Es como un encaje de bolillos”: Tarea difícil y delicada
ENCAJE: Tejido de mallas, lazadas o calados, con
flores, figuras u otras labores, que se hace con bolillos, aguja de coser o de
gancho o bien a máquina.
En el encaje que nos concierne, los hilos se enrollan en las bobina llamadas bolillos. Los bolillos suelen ser de
madera, que es un material noble. Tiene que estar trabajada de manera que
resbale suavemente y no enganche el hilo. Además “le canta” a la encajera
cuando trabaja. El ruido de los bolillos al golpearse unos con otros es una
música peculiar, única en cada labor. Escuchar a una encajera cuando trabaja es
tan evocador, que transporta a otros mundos y otros tiempos en los cuales los
ritmos eran distintos a los de ahora y gracias a eso se podían crear cosas muy
bellas.
La almohadilla en la que
se trabaja se llama “mundillo” y efectivamente es un mundo en si mismo en el que con paciencia,
minuciosidad, autoexigencia y amor se crean objetos únicos.
Hoy en día es un arte
casi extinto y sustituido por la producción industrial, pero que está
resurgiendo con fuerza por la necesidad del ser humano de recuperar la autenticidad. Esta
sociedad necesita tocar, oler, disfrutar de objetos hechos con amor, puesto que
las cosas se impregnan de los deseos de sus artesanos y las máquinas no pueden
transmitir esos valores.

Si tuviéramos
que elegir un pueblo con tradición
en los encajes de bolillos, nuestros pensamientos se dirigirían a Almagro, Ciudad Real. Precisamente como reconocimiento público a esta
labor artesanal, tan arraigada en Almagro y algunos de los municipios del Campo
de Calatrava durante cientos de años, se creó El Museo Municipal de Encaje y Blonda .
Se cree que la tradición encajera surge en Almagro en el siglo XVI con la llegada
a España de los flamencos de los Países Bajos y Carlos I. Lo cierto es que la
difusión de esta artesanía se intensifica dada la tradicional vinculación
lanera de Castilla con aquella región de Europa.

El uso
del encaje de bolillos en la vestimenta tiene su máximo esplendor en el siglo
XVII, como se aprecia en algunas obras de Velázquez. Por ejemplo, en el famoso
cuadro “La rendición de Breda” se ven maravillosos encajes: el del cuello de
Nassau de llama “paloma de encaje” y el del cuello de Spinola “Valona”.
En los
siglo XVIII y XIX cambian las modas y se desarrollará en especial el uso de las
espléndidas mantillas de blonda.
Hasta
el siglo XX el encaje de bolillos ha estado presente en la vida cotidiana de
las mujeres del medio rural. Su aprendizaje se transmitía de madres a hijas,
heredando los conocimientos, patrones y diseños. Las reuniones de vecinas en
torno a las almohadillas, por la tarde, en calles y patios se convertían en el
lugar de encuentro femenino del medio rural, además de constituir un
complemento económico a la renta familiar.
Pero no
solo en Almagro se aman los encajes. Una profesora encajera le contó a una
amiga mía enamorada de los bolillos, una vieja leyenda gallega . Según la misma
, la tradición del tejido de redes de pescadores evolucionó hacia adornos en
los vestidos . De hecho, aún hoy en día, se pide solución de algún intrincado
enredo en alguna labor a aquellos artesanos del tejido de redes. Y no es raro
ver en tiendas de pueblos de pesca del norte adornos artesanales hechos con
bolillos.
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